El
aluminio, descubierto en 1825 por el físico danés Hans
Christian Oersted, es un metal trivalente, el más
abundante de la corteza terrestre y se dispone de una
cantidad prácticamente ilimitada del mineral del cual se
extrae, la bauxita.
La bauxita
debe convertirse en óxido de aluminio puro (alúmina)
para poder trabajar con ella. Una vez se ha conseguido
la alúmina (en forma de polvo blanco), se obtiene,
utilizando el procedimiento de Hall-Héroult, el aluminio
primario.
Seguidamente y mediante la adición de otros componentes,
se consigue la aleación de aluminio definitiva para ser
fundida en lingotes.
Finalmente, el perfil de aluminio y su forma se
obtendrán con el método de extrusión.
La
extrusión es un proceso de conformación por deformación
plástica, que consiste en moldear el metal en caliente
por compresión en un recipiente que tiene, en uno de sus
extremos, una matriz o hilera con una apertura que
coincide con el dibujo del perfil.
Este
desarrollo, seguido de otros procesos de tratamiento en
frío, que confieren resistencia y dureza al material,
permiten obtener el perfil en bruto. Sólo faltará darle
el acabado deseado, para tener el perfil definitivo
listo para trabajar
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